En este artículo, la autora examina el creciente papel de la Inteligencia Artificial (IA) en el arbitraje internacional. La discusión comienza reconociendo el impacto de la tecnología en la práctica arbitral así como la percepción general de la misma como una herramienta de apoyo en materia legal en lugar de una fuerza disruptiva y agente de cambio. El advenimiento de las herramientas de IA plantea tanto beneficios como dilemas éticos críticos y desafíos operativos para el campo. En efecto, la asimilación de la IA en los procesos legales conlleva riesgos notables, incluidas consideraciones éticas y obstáculos operativos que aún no se han abordado debidamente. En este sentido, la autora explora los posibles beneficios de la IA en lo que respecta a la selección de árbitros, la eliminación de sesgos y el aumento de la diversidad en los panels arbitrales. Adicionalmente, el uso de herramientas de IA en el proceso de toma de decisions puede llevar a tribunales más imparciales, con una mayor predisposición a alcanzar resultados más radicales y expresar posturas divergentes. Asimismo, las herramientas de IA conducen a una agilización y automatización de los procesos, liberando recursos humanos y reduciendo el margen de error. La optimización resultante mejora la eficiencia, la precisión y la rapidez de los procedimientos. Sin embargo, el artículo también examina las limitaciones de la IA, como la falta de disponibilidad de datos, la incapacidad de la IA para predecir y/o abordar problemas legales novedosos o complejos y la desafiante tarea de garantizar la propia imparcialidad e independencia de los sistemas de IA. Además, la autora destaca los dilemas éticos derivados del uso de la IA, desde la posible pérdida de empleo, hasta los desequilibrios en el acceso a la tecnología, pasando por los problemas relativos a la confidencialidad y privacidad propios del arbitraje internacional. La autora concluye que, aunque la IA tiene el potencial de revolucionar el arbitraje internacional, su desarrollo e integración debe abordarse con cautela y, preferiblemente, con el respaldo y colaboración activa de la comunidad arbitral internacional.